lunes, 28 de febrero de 2011

Gráficas de interés




Consumo de drogas en el último año en España

Las drogas más peligrosas y usadas son el alcohol y el tabaco

Drogas Cerebro 

Contrario a lo que muchas veces circula en el imaginario social, las drogas que más daño ocasionan y que más problemas están suscitando entre los jóvenes son las de orden legal como el alcohol y el tabaco.
Drogas como el cannabis y la cocaína han tenido un descenso en el consumo en los últimos años según un reciente informe en base a datos aportados por profesionales de diversos ámbitos.
De todas formas se ha señalado el cuidado de no enfatizar demasiado sobre esta información ya que la misma deberá evaluarse en el largo plazo. Sin embargo los datos son positivos y demuestran la validez de ciertas campañas educativas de prevención y promoción que han buscado sensibilizar a través de los medios y otros recursos de difusión a la población juvenil y a la población en general.
Otro dato interesante que ha surgido de este informe tiene que ver con los medicamentos como tranquilizantes que si bien no tienen un uso significativo en relación a las drogas más usadas, han tenido un aumento en su consumo por parte de la población juvenil.
Como señalara en artículos anteriores, el trasfondo del consumo de drogas, sean duras, blandas, legales o ilegales; en población adulta o juvenil, refleja el vacío existencial, el deseo de apaciguar la angustia subyacente, la escasa y generalizada capacidad de afrontar la frustración y superar la adversidad así como la poca creatividad existente.
De todas formas, estos son posibles rasgos o aspectos que podrían configurarse en el consumo de sustancias de la población, pero más allá de estas señalizaciones, debemos tomar en cuenta la singularidad de cada caso y de cada grupo de edades y de comunidades.

Diagnóstico de la persona drogodependiente

Criterios diagnósticos

El DSM-IV-TR (2002) "El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales "refiere que para poder ser diagnosticada como tal, la dependencia a sustancias ha de conllevar un patrón desadaptivo de consumo que conlleva malestar o deterioro (físico, psicológico o social) y junto al que han de darse, al menos, tres de los siguientes criterios en algún momento de un período continuado de 12 meses:
  • La sustancia es consumida en cantidades mayores o durante más tiempo de lo que se pretendía en un principio.
  • Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de interrumpir el consumo o de controlarlo.
  • Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia, consumo o recuperación de sus efectos.
  • Se da una importante reducción de las actividades cotidianas del sujeto debido a la ingesta de la sustancia.
  • Se continúa consumiendo la sustancia a pesar de tener conciencia de sus potenciales riesgos.
El CIE-10 (Organización Mundial de la Salud, 2005) refiere que para poder hablar de dependencia han de presentarse tres o más de los siguientes criterios en un periodo de 12 meses:
  • Fuerte deseo de consumir la sustancia (Craving).
  • Dificultades para controlar dicho consumo.
  • Síndrome de abstinencia al interrumpir o reducir el consumo.
  • Abandono progresivo de intereses ajenos al consumo de la sustancia. Inversión cada vez mayor de tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia o con la recuperación de sus efectos.
  • Persistencia en el uso de la sustancia a pesar de percibir de forma clara sus efectos perjudiciales.
Los anteriores criterios hacen referencia tanto a aspectos relacionados con la dependencia física como con la psicológica.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Enlaces de interés

La jornada Jalisco

Drogas y globalización: el viaje de los desposeídos
El consumo de drogas tiene una dimensión de época que muy pocas veces es reflexionada, ya que el énfasis puesto en la guerra contra el narcotráfico la desdibuja continuamente. Drogarse es también una reacción social de escape, de protesta, incluso de vínculo, si bien pernicioso, ante el fenómeno de la globalización. Particularmente de aquella globalización que genera desposeídos. Un primer tipo de estos desposeídos, son los desposeídos del consumo debido a su condición de pobreza. Nunca en la historia humana, como en esta era global, fue tan grande la distancia estructural entre los ricos y los pobres, al grado que actualmente, un uno por ciento de la población mundial posee la riqueza equivalente al ingreso del 45 por ciento de los seres humanos del planeta: en otras palabras, 50 millones de las personas más ricas, suman lo mismo que 2 mil 700 millones de las personas más pobres, en cifras generales.
Esta inmensa masa de desposeídos ven la continua exposición de objetos ligados a servicios que prometen bienestar y en los que se materializa la promesa de ser hombres y mujeres globales. Objetos que dan movilidad privilegiada, seguridad privada, salud por medio de la alta tecnología, placer turístico y comunicación por utilización del ciberespacio. Se trata del acceso a aviones, automóviles de lujo, viviendas amuralladas, vidas monitoreadas, medicina genómica, biotecnología, hoteles de gran clase y computadores portátiles avanzadas, cuya posesión o acceso continuo (no esporádico) definen a aquellos que están integrados a la globalización: quienes se constituyen en espectáculo público ante los desposeídos.
El anhelo por la posesión o el uso continuo de estos objetos, es entre otras cosas, una de las explicaciones para el consumo de drogas (y por lo tanto para su comercio), como forma de contener o hacer estallar la violencia generada por la exclusión. Aun cuando el uso generalizado de teléfonos celulares, o la expansión de la televisión por cable, así como cierto acceso a la tecnología médica por medio de la seguridad social o a espacios públicos de recreación masiva, parecen “conectar” a algunas franjas de desposeídos con los beneficios globales, dicha conexión es insuficiente y da lugar a paradojas: según diversos estudios sobre pobreza, es usual que en los asentamientos urbanos o rurales más marginados, se encuentren algunos de estos objetos globales como símbolos del anhelo de vincularse con el bienestar de la globalización. Antenas parabólicas, pantallas de plasma, varias generaciones de celulares e incluso camionetas de lujo, conviven con pisos de tierra, casas de cartón o de madera, escasez de agua y falta de otros servicios en zonas pauperizadas.
“¿Por qué usted, siendo una mujer pobre, ha gastado su dinero en comprar una televisión a colores?”, le preguntó una investigadora sobre pobreza a una habitante de las favelas brasileñas, “porque esto es lo único en colores que he visto en mi vida”, le respondió la mujer. La respuesta conecta con la explicación sobre el uso de drogas de los desposeídos de la globalización, aquellos que sueñan con viajar, pero no pueden, con tener la sensación de seguridad pero no la sienten, con ser hombres globales, nómadas del mundo (como los ricos), al deseo de poseer objetos de bienestar y no estar atados a su desposesión. Tal como lo señala Jacques Attali: “Aquellos que no tengan acceso a estos objetos nómadas y a estos sueños de viajes, viajarán mediante el espectáculo del viaje de otros. O peor: gracias a la droga o el alcohol. Viajes perversos, que habrá que combatir tanto más cuanto que la expansión industrial se basará en la promoción de los valores que conducen a ello: la droga es el nomalismo del excluido”. Y en este sentido se podría añadir: el combate a las drogas que se reduce a la guerra contra el narcotráfico, no está reconociendo que la marginación, la desposesión y la injusta distribución de la riqueza, generadas por la globalización, es la estructura más profunda que se debe transformar.
La misma figura del que desea el viaje, del que anhela viajar (nada mejor para conectar con la ilusión que produce la droga), es la que utiliza el sociólogo Zygmunt Bauman al describir las consecuencias humanas de la globalización. Para Bauman, dos modelos de hombres describen los efectos sociales de la desigualdad globalizada: uno es aquel al que llama “el turista”, es decir, el rico exhibido como héroe para la adoración planetaria, porque tiene “la capacidad de elegir el contenido de su vida, los lugares de residencia transitoria, las parejas con las cuales comparte y la posibilidad de cambiar todo a voluntad y sin esfuerzo”. Por el otro lado se encuentra “el vagabundo”, aquel (o aquellos) cuyo crimen “no es otro que el querer ser como los turistas, a la vez que carecen de los medios para realizar sus deseos como los demás turistas”. Entre el turista y el vagabundo se encuentra una gran gama de “semituristas-semivagabundos que somos la mayoría de los miembros de nuestra sociedad de consumidores-viajeros”, de ahí el complejo mundo de situaciones intermedias (exigencias de éxito, liberación del stress, obtención de placer, olvido de la exclusión, etcétera) que explican el uso extendido de las drogas y que fortalece su comercio ilegal.
Continúa Bauman: “Se ha convertido al turista y el vagabundo en consumidores. Pero el segundo es un consumidor defectuoso. Los vagabundos difícilmente podrán costearse las elaboradas elecciones en las que se supone que sobresalen los consumidores; su potencial para el consumo es tan limitado como sus recursos. Este defecto es la causa de su precaria posición social. Rompen la norma y socavan el orden. Son aguafiestas por su mera presencia, no aceitan las ruedas de la sociedad de consumo, no aportan nada a la prosperidad de la economía transformada en industria turística. Son inútiles en el único sentido concebible de la palabra utilidad en una sociedad de consumidores o turistas. Por ser inútiles, son indeseados. Por ser indeseados, son candidatos naturales a la marginación, a convertirse en chivos expiatorios”.
La drogadicción que deriva en criminalidad, vincula a este primer tipo de desposeídos del consumo, con otros tipos de marginaciones, de vagabundeos: los migrantes, desposeídos de arraigo; los enfermos, desposeídos de salud; los desempleados, desposeídos de trabajo; los grupos sociales minoritarios, desposeídos de derechos, etcétera. Todos estos son vagabundos y están propensos al viaje de las drogas. Este es uno de los mayores dramas humanos, en la época de la globalización.

Personas con Drogodependencia